Llegamos a Cerdedo siguiendo la carretera N541, desde Pontevedra a Orense. Aparcamos y nos acercamos a la parroquia de San Juan , del siglo XVII, levantada sobre una antigua iglesia romanica.
Esta parroquia , con elementos barrocos y neoclásicos, da forma a un conjunto formado por la casa rectoral, el cementerio y un original crucero con fuste estriado. Nos llama la atención la fachada con dos torreones con campanario y presidida por una escultura de San Juan Bautista.
Al lado de esta iglesia comienza la ruta, coincidiendo en un principio, con la senda de Frei M. Sarmiento, por una calzada romana que nos lleva a un lavadero y desde allí al puente romano de San Antón (que cruza el río Castro) y a la capilla del mismo nombre.
El puente de San Antón se cree que es de la época romana porque conserva unos tajamares a ambos lados tipicamente romanos y también se ve una posible reconstrucción en su forma medieval de "lomo de mula" y su cruz latina que lo cristianiza.
La sencilla capilla de San Antón , del siglo XVIII, estaba antes ubicada 400 metros más abajo, en el cauce del río Lerez. En el siglo XIX la trasladaron a su ubicación actual para protegerla de las crecidas del río, cuyo caudal se desbordaba con las lluvias, inundando la capilla.
Caminamos por corredoiras alfombradas por miles de hojas caidas de los castaños y robles que nos rodean.
Estamos en otoño y las lluvias caidas han hecho que el color verde del musgo se reavive, aunque, tambien han hecho que caminemos sobre un suelo empapado de agua , la mayor parte del camino.
Nos encontramos con la capilla de Santa catalina, del siglo XVIII, con planta de salón, cubierta de teja a dos aguas y fachada con una espadaña, elementos propios de la arquitectura rural gallega. Sobre del dintel vemos una escultura de la santa a la que está dedicada la capilla.
Todas las fincas que nos encontramos tienen un horreo mejor o peor conservado. Este nos gustó por sus originales pies.
Recorremos sus orillas a lo largo de cinco kilómetros, adentrandonos en la Sierra do Cando. Ahora nos rodean fresnos y avellanos con las ramas casi limpias de hojas.
Por la senda del río, dificil de recorrer por lo empapado del terreno, encontramos pequeños puentes, unos de piedra, otros construidos con troncos, que nos facilitan, tanto poder cruzar pequeños regatos, que bajan desde la sierra y alimentan al Seixo, como cambiar de orilla.
El río está jalonado de restos de antiguos molinos con sus piedras cargadas de musgo y enredaderas, esperando pacientes a que alguien los restaure.
Nos llevamos una agradable sorpresa cuando llegamos a una catarata que vertía sus aguas en una caldera formada a lo largo de miles de años por el río.
Abandonamos el río para volver a adentrarnos por corredoiras cruzadas por regatos, en las que encontramos algunos especimenes de robles dignos de fotografiar.
El camino de vuelta lo hacemos por un sendero que sube por la Sierra do Cando, por el que pasan las vacas por lo que tenemos que ir abriendo y cerrando cancelas.
Pasamos tan cerca de los aerogeneradores , instalados en lo alto de la sierra, que pudimos escuchar el sonido del viento a traves de sus palas. Pero en las fotos hemos preferido olvidarnos de esos elementos tecnológicos y mirar y fotografiar el lado más bucólico.
Para no hacer la ruta muy larga, bajamos de la sierra por una escorrentía que en ese momento no llevaba agua, aunque estaba llena de troncos arrastrados por las lluvias, y que nos acercaba a Cerdedo donde habiamos dejado el coche.
La ruta es circular, de unos14km. , realizada por corredoiras, senderos por el río, caminos por la sierra y un poco de asfalto , sin apenas circulación.
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