Se han construido en esta zona, dos casetas especialmente diseñadas para el seguimiento de aves, una para contemplar bandadas de patos en la laguna que se forma en el interior del parque y la otra para observar las garzas pescando en la orilla del mar.
Para empezar nuestro recorrido, dejamos el coche en el aparcamiento en la Punta do Vao, al lado del puente que une la isla con tierra firme. Recorremos las playas Do Vao y Camaxe, desde las que no perdemos de vista el puente y al final de esta última, hay otro aparcamiento que nos ahorraría 2 km. de sendero.
Bordeamos la península de Carreirón teniendo a nuestra izquierda el azul del mar con numerosas y pequeñas playas doradas, plagadas de rocas con formas caprichosas que se encuentran tanto en la arena como en el agua.
Los isleños le han puesto nombres a estas rocas como: Con dos Tres Pés, Con do fuciño do Porco, Con do Cocodrilo, etc.
A la derecha nos acompaña una gran variedad de plantas silvestres, retamas, tojos, brezos y pinares que pueblan la zona.
Podemos seguir por un camino entre pinos que nos lleva de vuelta a cualquiera de los dos aparcamientos donde hemos dejado el coche, pues el Sendeiro dos Pilros y el Parque Natural de Carreirón terminan aquí con un merendero, habiendo completado una ruta circular.
O bien podemos seguir hasta llegar al núcleo urbano de la isla, alargándose nuestro camino hasta los 14km y completando la Ruta circular Sur de la isla, con sus dificultades....
Seguimos nuestra ruta, alternando caminos y rocas, siempre procurando estar lo más cerca posible del mar.
Llamaron nuestra atención unas enormes montañas de conchas que en lugar de que su maravilloso y honorífico destino fuera formar arena de playa, esperaban ser molidas para convertirse en abono. Salvando la concha amarilla de tan triste final, seguimos nuestro camino.
Nosotros optamos por seguir.
Como la marea estaba aún un poco alta tuvimos ciertos problemas a la hora de pasar por las marismas que estaban inundadas de agua de mar y nos hizo tener que sortearlas como pudimos.
Si la ruta la hacemos con la marea baja podemos ir recorriendo las playas por el borde del mar, pero si esta un poco alta tendremos que sortear arroyuelos que corren entre las marismas y andar por las rocas, en algunos tramos, hasta volver a reencontrarnos con nuestro camino.
El cielo, con nubes y claros, que hasta ahora nos acompañaba, se cubrió y nos fueron cayendo chaparrones el resto del camino.
Nuestras fotos tienen ahora un color más apagado, son más oscuras y gallegas y no por ello menos hermosas.
Alcanzamos el molino de mareas Das Aceñas, ubicado en la ensenada Brava, en pleno chaparrón.
Cruzar por encima de las ruinas de los muros de piedra, se hizo un poco más complicado por estar mojados, resbaladizos y llenos de verdín.
Alguien ha querido dejar su huella en el mundo y ha grabado en las rocas un iglesia y un crucero. Se encuentran en una planicie de rocas antes de llegara al molino, son un poco difíciles de encontrar.
El paso que hay bordeando el molino, como, esta medio derruido, solo se puede hacer si la marea no esta alta, pues en caso de pleamar, el agua sube por encima de las piedras.
Llamaron nuestra atención unas enormes montañas de conchas que en lugar de que su maravilloso y honorífico destino fuera formar arena de playa, esperaban ser molidas para convertirse en abono. Salvando la concha amarilla de tan triste final, seguimos nuestro camino.
De lejos vemos el muelle do Campo, segundo en importancia de la isla. Antaño era el puerto privado de la primera fábrica de conservas de Galicia, las conservas Goday.
Subimos por una rampa situada en la playa de Comboa, cerca del puerto, alcanzando la carretera. Paseando entre calles, llegamos a la playa del otro lado de la isla, la playa de Riasón.
En esta playa los jóvenes de Arosa hacen sus prácticas de piragüismo.
Caminando por este arenal alcanzamos el puente y pasando por debajo, pues la marea ya estaba baja, llegamos al aparcamiento.
Ruta circular de 13,3 km. por caminos de tierra y playas, de dificultad moderada por su paso por marismas y rocas.
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